|
"distintos tipos de comentarios auto reflexivos". [7] Al presentar su tema con
armónicos en el violín o en modo menor, Revueltas y su renacuajo parecen
contradecir lo anterior y reflexionar sobre lo que les acontece. De
nueva cuenta, es el escucha quien percibe así tales pasajes, quizá
a pesar de las limitaciones semiológicas de la música, pero
gracias -en este caso- a sus capacidades formales.
En otra
famosa distinción, Carolyn Abatte ha sugerido que la música no
tiene pasado y que no existe en ella el espacio narrativo entre la
historia que se cuenta y la narración misma; entre el "Había una vez
un renacuajo... " y la francachela y la persecución en sí
mismas. Pero Revueltas -que no sabía nada de estas cosas, pero si de
cuentos e historias- concibió un tema musical que parece cumplir,
en efecto, el cometido de crear ese famoso espacio. Se trata
del tema A, el otro tema que reaparece y cuya observación a la luz de
los apuntes escénicos de Revueltas, corrobora que se trata de un tema
sin historia. Cuando suena la primera vez, el renacuajo no ha
salido a escena y cuando reaparece por última vez para finalizar la
obra, el renacuajo ya tiene
|
|
tiempo que fue engullido por el pato. Este tema inicial y final no
acompaña acción alguna ni corresponde a ningún personaje, e incluso
su primera reaparición ocurre al final de la primera escena, que
se escucha con el telón abajo. Pero es, en términos musicales, el
tema crucial: el que define tonalmente la obra, el que acaba por
darle un sentido formal equilibrado y que el propio Revueltas describió
como "final de la orquesta", trazando así una distinción absoluta
y fundamental.
¿Qué hacer -me pregunto- para no leer este
tema como el equivalente del clásico "Había una vez... "
¿Acaso no implica decir "final de la orquesta" que la orquesta ha
contado algo, una historia que pasó hace algún tiempo puesto que el
aquí y ahora del presente son, precisamente, ese tema en Mi mayor
y sus reapariciones como telón de la primera escena y como final?
Llegados a este punto, lo evidente surge desde la obra misma: El
renacuajo paseador quizá se burla socarronamente de los patos
aguafiestas y sus conceptos musicológicos, no tanto porque los
contradiga o los ponga en entredicho, sino porque lo menos que hace esta
obra -en el vedado plano
|
|