Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
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140 a 172 donde alcanzan su máxima tensión dramática y
durante los cuales Revueltas oscurece temporalmente la noción
de la tonalidad. Este largo pasaje estridentista,
correspondiente a la cuarta escena, cede su lugar a una
singular reexposición en la que nuevamente Revueltas alterna
estridencias y pasajes populacheros, forjando así la más
simétrica y balanceada de las escenas en cuanto a la
naturaleza expresiva de sus materiales se refiere. La
descripción de este proceso formal revela una conclusión
extraordinaria, pues queda claro que Revueltas ciñe y gradúa
la expresión efervescente de sus estridencias a las
restricciones de una forma típicamente clásica. Supongo que
sólo en sus Cuartetos -que también tienen correspondencias
formales con los modelos clásicos- Revueltas dejará ver una
veta de su espíritu creativo que lo alía de lleno con la
tradición y el canon, alejado de toda pretensión novedosa y
preocupado por el equilibrio formal.
Pero decíamos que poner en música un cuento es un singular
acto de trapecio. En este caso, quizá se trata de un triple
salto mortal invertido y sin malla de protección, que es una
forma de decir que Revueltas lo quiere todo: perfección



 

formal clásica, pero también expresividad máxima, inventiva
sin riendas, economía instrumental y -por si fuera poco- que
la obra funcione en lo narrativo y que, en efecto, permita
una relación plena entre la graciosa historia de Rin-Rin
renacuajo
y la partitura. En este sentido, la lectura
simultánea de sus apuntes y partitura es reveladora y, para
empezar, acaba con cualquier intento de concebir a sus temas
como personajes. Asimismo, es en este punto donde cabría
adelantar alguna respuesta respecto a las reapariciones
temáticas, comenzando con el tema D. La primera vez que se
utiliza, Ratón y Rin-Rin se dirigen hacia el festín,
ignorantes de las calamidades que habrán de caer sobre ellos.
Cuando el tema reaparece, la primera de las calamidades se
manifiesta, pues acompaña la entrada del mozo ratoncito con
una charola con tarros de cervezas. Se trata de una
repetición plena de efecto, pues ocurre con un leve pero
efectivo barniz de estridencia, patente tras los intervalos
de séptima y sobre todo en los armónicos del violín, que dan
a entender -para quien retuvo la enunciación original del
tema en toda su simpleza tonal- que la bebida ha comenzado a
surtir efecto (ejemplo 2). El humor revueltiano se dibuja

 
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