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"Hermano, venga y toque. Ya me aprendí la pieza." Realmente
la conocía, no de manera somera, nota por nota, sino con
todos los matices indicados. Nunca tuve que corregirlo por
tocar una nota equivocada o por olvidar alguna. Él tocaba con
seguridad y con toda la delicadeza de sentimiento que revelan
al artista nato.[68]
Si no nos distrae demasiado la prosa abiertamente romántica
de Gazagne (quien se inclina notablemente por el paradigma
romántico del "genio incomprendido," llegando a evocar a
manera de comparación las humillaciones sufridas por Mozart y
Berlioz), su carta es muy sugerente con respecto de la
relación que tenía con Silvestre fuera del salón de clases.
Dando credibilidad a tales recuerdos, algunas observaciones
de Gazagne tal como aquella sobre que Silvestre "nunca tuvo
mucho dinero de bolsillo" pero que gastaba todo lo que tenía
en música, se corrobora con las cartas de Revueltas a casa,
así como por el detallado registro de gastos que se llevó en
St. Edward durante la mayor parte de su estancia ahí.
Dos
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días después de un depósito por la cantidad de $500 el 4 de
febrero de 1918,[69] Silvestre escribió a su padre:
Hasta ayer fuimos al pueblo y compramos todo lo que
necesitábamos, nuestra ropa interior, zapatos para Fermín y
otro uniforme; a mí no me alcanzó para comprar uniforme
porque empleé diez pesos en comprar unas piezas de música que
quería, y estoy más contento con ellas que con todos los
uniformes del mundo; calcetines, pañuelos, todo compramos y
sólo cogimos dos pesos cada uno para gastar; quería también
comprarme una caja para mi violín, pero no me alcanzó porque
lo menos me habría costado diez pesos.[70]
Los registros financieros muestran que los gastos en música
y cuerdas de violín eran especialmente frecuentes (ver Tabla
1).[71]
[Tabla 1. Gastos musicales para
Silvestre Revueltas 1917-18]
Desafortunadamente, sólo cinco títulos para obras fueron
registrados: "La Danza de Elfin," "Danza española,"
"Minueto
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