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veces.[16]
Durante el porfiriato, la economía de México vivió
un apogeo, sobre todo en el comercio e industrias de
transporte. Pero esto ocurrió en gran parte a expensas de
sus ciudadanos, quienes se sentían sometidos por los
inversionistas extranjeros que explotaban de manera exclusiva
los recursos naturales de México. Mientras que las élites
extranjeras y domésticas se beneficiaban copiosamente del
capitalismo porfirista, poco llegaba a la clase obrera
mexicana que constituía una mano de obra barata, abundante y
fácilmente explotable. La situación se volvió incontenible
para una joven generación de intelectuales liberales que
comenzó a organizarse desde 1905 con el propósito declarado
de derrocar a Díaz. Aunque los esfuerzos iniciales de
aquéllos se concentraron en lograr reformas dentro del
gobierno, éstos degeneraron rápidamente en un llamado a las
armas el 20 de noviembre de 1910.
En menos de un año, el 1 de octubre de 1911, Francisco
Madero (1873-1913) reemplazó a Díaz como presidente. Pero
Madero tan sólo era el primero en una cadena de
revolucionarios que asumirían (o pretendieron asumir) el
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liderazgo de México en los años por venir. El 18 de febrero
de 1913, después de un golpe militar de diez días en la
Ciudad de México, el General Victoriano Huerta (1854-1916)
arrebató la presidencia a Madero, quien fue asesinado tres
días después, posiblemente por órdenes de aquél.
Poco después el mismo Huerta sería depuesto, el 8 de julio
de 1914, en gran parte debido a la intervención de los
Estados Unidos con el presidente Woodrow Wilson (1856-1924).
No obstante que Wilson había ayudado a derrocar a un dictador
opresor, como sin duda lo era Huerta, sobrevino un caos total
de 1914 a 1917. Durante este breve pero conflictivo periodo,
México estalló en múltiples guerras civiles y competidas
disputas por el liderazgo del país, que se inclinaban
alternativamente hacia las figuras de Francisco "Pancho"
Villa (1878-1923) y Emiliano Zapata (1879-1919) por un lado,
y Venustiano Carranza (1859-1920) y Álvaro Obregón
(1880-1928) por el otro. Tras la caída de Huerta, de nuevo
con la intervención de Estados Unidos, Carranza logró
consolidar lo que había sido en un principio un liderazgo
endeble. En 1917 éste supervisó la elaboración de una
nueva
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