de un
efecto homogéneo, eso se debe tanto a su apreciación
muy segura del
alcance de su fuerza plasmadora, como a la
singular frescura,
agilidad, empuje e intuición de su talento
musical.
[28]Lejos de ser este un problema
que el compositor no supo
resolver, quisiera proponer que la manera
como marca los
contrastes entre el material que utiliza es
absolutamente
intencional y es parte del contenido semántico de la obra
de
Revueltas. Esto lo señaló ya Banks en su trabajo sobre
Ocho
por Radio antes citado y se complementa con la
perspectiva
presentada por Miranda en este mismo volumen.
[29] Por mi
parte, me permito sugerir que
las diferencias graduales entre
ciertas obras permiten ver distintos
grados de separación
entre
el material de corte folklórico y
el resto del material que
lo "enmarca". Las diferencias, por
ejemplo, son más sutiles
en el Cuarteto de cuerdas No. 2 (1931), más
marcadas en el
Cuarteto No. 4 (1932) y totalmente obvias en
Ocho por
Radio(1933). Los años de composición indican que al componer
estas
tres obras Revueltas experimentó exactamente en la
dirección
contraria del camino descrito como "normal" por
Mayer-Serra.