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diciembre Revueltas escribe a Chávez de su retorno a aquél
paisaje urbano "gris y blanco", en donde le esperaban Jule y
su hija. Para enero de 1925 logró poner al corriente sus
cuotas sindicales, atrasadas hasta un 80% en los cuatro
trimestres transcurridos, pudiendo así reintegrarse de lleno
al trabajo en Chicago. Sin embargo, en una segunda carta a
Chávez (13 de febrero de 1925) le confiesa cuán
desesperadamente extraña al "infernal México". "Aunque este
lugar no vale nada", le dice, "hay que trabajar por no tener
nada mejor que hacer". En dichas cartas también le comenta
que está estudiando partituras de Respighi y Falla. [29]
Había encontrado trabajo, pero sobre el horizonte laboral se
ceñía ahora una nube. El futuro del empleo en las orquestas
de foso en Chicago era desalentador.

Relata el cronista William Howland Kinney que ya por 1925
los músicos de Chicago sabían de la amenaza que representaban
ciertos inventos provenientes de la Ciudad de Nueva York. Se
trata de las nuevas tecnologías comercializadas por Vitaphone
y Movietone, que hacían posible la incorporación mecánica de
sonido al acetato de un filme. [30] El mismo autor reporta


 

que hacia 1927 no menos de 1500 músicos habían perdido ya su
fuente de trabajo en los teatros de Chicago. Se trataba de un
secreto a gritos: pronto el sonido llegaría a la pantalla.

Aunque esta perspectiva podría explicar los motivos que
impulsaban a Revueltas a regresar a México una vez más, deben
considerarse también otros factores. Sin duda el inhóspito
clima de Chicago, pero también las oportunidades de trabajo
futuro que había encontrado en su país. Aunque apenas
legible, en su recibo de pago de cuota sindical del 9 de
marzo de 1925 se reconoce una dirección de reenvío: 2ª de
Querétaro no. 22 (el domicilio de su familia en la capital
del país). El 11 de marzo de 1925 partió solo a México, y no
volvió nunca a Chicago.

El 26 de abril Revueltas presentó un recital en la Escuela
Nacional Preparatoria. [31] En julio se le reporta como
concertino de una compañía de ópera en Mérida, donde ofreció
un recital tocando la Sonata para violín y piano de César
Franck, acompañado por José Milán. [32] Posteriormente se
unió a Chávez en su segunda serie de conciertos de Música

 
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