Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
  impresión   inicio  
 



cuento como de Vanegas Arroyo, y Lago nunca mencionó a Pombo
en su libro testimonial, tan citado aquí.

Una vez contada la historia de las partituras y de los usos
a que se vieron expuestas, podemos volver sobre ellas para
tratarlas como los objetos artísticos que son, en lo
esencial, y hacer algunas observaciones sobre sus relaciones
con un texto que narra una historia, la cual se ilustraba
originalmente con unos muñecos animados. Los títeres tienen
una tradición ya antigua en México, aunque un tanto
intermitente, y no siempre se les ha empleado para los mismos
fines. Desde las historias casi satíricas publicadas por
Vanegas Arroyo y las fantasías imaginadas por los Rosete
Aranda desde su natal Huamantla, en Tlaxcala, hasta los
manejos de propaganda política y didácticos de los grupos del
Teatro del Niño, los muñequitos lo han dicho casi todo. Se
critica hoy en día que el uso didáctico y propagandístico de
los títeres en los años posteriores a 1933 afectó el valor y
la independencia artísticos del arte del guiñol y de quienes
lo ejercían, y por ello, se afirma, la actividad de los
títeres hoy apenas se está recuperando de estas tendencias



 

para volver a ser apreciada como una forma artística menos
precondicionada por ideología alguna. Pueden aceptarse estas
opiniones en general, pero ello no debería impedimos observar
que no todo el repertorio de títeres de aquellos años
discutidos era de propaganda política o escolar. El renacuajo
paseador
representa, precisamente, el mejor ejemplo de una
historia cuyo motor primordial es el entretenimiento y la
diversión festiva, incluso cruel y grotesca, sin otros
objetivos de por medio. No sé si Lola Cueto y Roberto Lago le
habrán dado a elegir a Revueltas entre diversas historias del
repertorio de su compañía; sea como haya sido, acertaron en
cuanto al carácter de la historia elegida en relación con el
carácter del músico y el del estilo de su obra.

Es una lástima que no se hubiera dado en 1933, de manera
satisfactoria, este encuentro entre teatro guiñol y música.
En términos de lo funcional, para lo que ésta requería
realmente, El renacuajo paseador resultó demasiado: no podía
funcionar en escena, por lo menos de acuerdo con los
criterios de los titiriteros que habían encargado la música.
Sin embargo, en términos puramente musicales, es espléndida:

 
Documento sin título
  Página  
Ir
Referencias   Notas   14