cuento como de Vanegas Arroyo, y Lago nunca mencionó a Pombo
en su
libro testimonial, tan citado aquí.
Una vez contada la
historia de las partituras y de los usos
a que se vieron expuestas,
podemos volver sobre ellas para
tratarlas como los objetos artísticos que
son, en lo
esencial, y hacer algunas observaciones sobre sus
relaciones
con un texto que narra una historia, la cual se
ilustraba
originalmente con unos muñecos animados. Los títeres tienen
una
tradición ya antigua en México, aunque un tanto
intermitente, y no
siempre se les ha empleado para los mismos
fines. Desde las historias
casi satíricas publicadas por
Vanegas Arroyo y las fantasías
imaginadas por los Rosete
Aranda desde su natal Huamantla, en Tlaxcala,
hasta los
manejos de propaganda política y didácticos de los grupos
del
Teatro del Niño, los muñequitos lo han dicho casi todo.
Se
critica hoy en día que el uso didáctico y propagandístico de
los
títeres en los años posteriores a 1933 afectó el valor y
la
independencia artísticos del arte del guiñol y de quienes
lo ejercían, y
por ello, se afirma, la actividad de los
títeres hoy apenas se está
recuperando de estas tendencias