de ser breve para las necesidades de la representación; se
trataba
de una historia recitada por un narrador externo,
excepto aquellos
versos que el poema, de suyo, atribuye a los
personajes mismos, los
cuales sí decían los operadores de los
títeres. Al preguntársele
si tendría alguna idea sobre el
tiempo que duraba la representación
de la pantomima en 1933,
Mireya Cueto respondió que duraba lo que
dura la recitación
del texto completo de Pombo. Esta respuesta nos
lleva a
inferir que la pantomima no tenía más texto que los
versos
originales, sin adaptaciones ni complementos, pero tiene
también
un corolario curioso: al recitar este texto con un
ritmo lento y
con las pausas dramáticas pertinentes, yo he
obtenido un tiempo de
cuatro minutos, precisamente lo que
dura la partitura firmada por
Revueltas en su primera
versión. ¿Por qué, entonces, se la habría
considerado como
breve para la representación?
[6]Quizá sí fue de alguna
importancia la brevedad de la música
para que no se usara en la producción
titiritera. Porque a
Revueltas le seguía interesando la
posibilidad de ver a su
música participando de las representaciones, y tal
vez éstas