Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
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la barbilla y ataca, con un énfasis y una alegría joviales y
triunfantes, la primera obra del concierto, de cuyo programa
no excluyo uno solo de los números, como si la sala estuviera
repleta de espectadores.

Mi padre, que no obstante lo enérgico de su carácter, era
muy sentimental tratándose de Silvestre, tenía los ojos
húmedos y algo hablaba respecto a ser aquello lo más hermoso
que escuchara en su vida.

"¡Fue uno de mis grandes triunfos, porque de veras toqué
magníficamente!", comentaba conmigo, Silvestre, al referirnos
al suceso años más tarde, muchos años más tarde, cuando ya
ese velo de tristeza que ensombrecería de un modo tenaz la
mirada de Silvestre, no se apartaba de sus ojos, y cuando ya
la vida nos había agarrado a los dos por el pescuezo, a cada
quien por su lado, y nos zarandeaba de aquí para allá, sin
importarle nada.

Carlos Chávez y Silvestre libraron una entusiasta batalla,
llena de ímpetu renovador, agresivamente retadora y viviente,



 

contra la fosilización, el cretinismo y la estrechez
provinciana y académica de la música en México. Su lucha
corría parejas con la de los pintores, que a su vez echaban
de su ronco pecho, aterrorizando a la timorata burguesía con
el genial embadurnamiento de los muros que pintaban. Entre
ellos estaba siempre inquieto, irreductible, audaz, con sus
colores prodigiosos, Fermín Revueltas, que podría haber sido,
de alcanzarle la vida, ese otro de los grandes de la pintura
mexicana (y lo digo no por tratarse de mi hermano, sino
porque son precisamente esos "grandes" los primeros en
reconocerlo). Así, mientras los pintores editaban la revista
30-31 y fijaban proclamas en las calles, Revueltas y Chávez
tocaban a Schoenberg, a Höenneger, a Milhaud, en los teatros
Fábregas y Arbeu y las patadas en el piso, de un público
furioso, constituían entonces el mejor aplauso y el más
indiscutible testimonio del triunfo.

Lástima que la amistad de Silvestre y Chávez -"músico de
acero" lo llamaba Silvestre-, no haya podido conservarse
inalterable, a causa de las intrigas y maledicencias que

 
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