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Era la forma en que Silvestre enviaba sus primeras señales,
el presentido rumor de su música primera.
Esta violenta y decidida predestinación debía seguirse
manifestando, desde los años más tempranos, en la vida y en
el modo de ser de Silvestre. Hay una carta de mi padre,
cuando Silvestre tenía once años de edad, que resulta
particularmente significativa a este respecto. Copio un
fragmento de esta carta, dirigida a mi madre el 20 de mayo de
1911 (Silvestre nació el 31 de diciembre de 1899):

[...] por ahora cuida de tus hijitos con la ternura que
hasta hoy lo has hecho, sin dejar por ello de ser enérgica,
sobre todo con los hombres y más aún con Silvestre, que bajo
su apariencia de mansedumbre tengo la creencia de que
encierra un carácter voluntarioso y dominante que en él. Su
carrera o más bien dicho, su inclinación por la música, es
como todas las cosas, un bien y quizá también un mal, pues se
presta mucho a la adulación y él es por naturaleza vanidoso y
éste es el punto que debemos tocar y hacer todo el esfuerzo
posible porque desaparezca, y si no se puede, culpa será del
destino y no nuestra; a Fermín, no obstante su carácter, lo



 

creo como siempre te lo he dicho, mas noble de corazón y más
amante de su familia y creo que será más fácil asimilarnos su
cariño. El de Silvestre creo que muy pronto nos lo robarán,
esto es, si ya no nos lo han robado, pues como todo hombre
vanidoso tiene el defecto de dejarse llevar más fácilmente de
los que lo adulan, que de los que lo censuran [...]

Hasta aquí la carta de mi padre, cuyos juicios sobre el
carácter de Silvestre parecen tan severos a primera vista.

Pero mi padre, en realidad, no se equivocaba. Lo que ocurre
es que, en la infancia, los rasgos de la futura personalidad
aparecen siempre bajo denominaciones diferentes a las que
tendrán esos mismos rasgos cuando la personalidad ya esté
definida y establecida de un modo completo. No es difícil
traducir estas denominaciones con que aparece el carácter de
Silvestre a los once años, al lenguaje con que se manifiestan
en el Silvestre de la edad adulta.

Hay en el Silvestre de nuestros días esta "apariencia de
mansedumbre" y esta tendencia a ser "voluntarioso y

 
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